una anécdota

Publicado: 8 de junio de 2013 en Uncategorized

Un día de estos, fuimos al supermercado de compras, con mi papá y mi hermana. Habían venido a visitarme a San José, Costa Rica, donde vivo. Ya en la caja, dispuesto a pagar, le pregunté a la señora que atendía cuál era el precio de determinado producto.  Ella, muy seria y con voz cortante me dijo «espérese, que estoy ocupada». 

Honestamente, me molesté mucho. Le había hecho la pregunta de manera educada y respetuosa y su respuesta no era lo que esperaba. 

Sin embargo, mi papá tomó la palabra y le preguntó: ¿puedo pedirle un favor?  La señora fijó su mirada en él, como respuesta. Él le dijo «regáleme una sonrisa». 

Inmediatamente la señora sonrió y todo muro de frialdad y seriedad se vino abajo. Y no me refiero solo a la cajera. Me di cuenta que también me pude dejar contagiar por la sequedad con que había sido recibido.

Un detalle, una palabra, un gesto, son siempre oportunidad para hacer el bien. Mi viejo me volvió a enseñar una nueva y muy buena lección.

comentarios
  1. Pablo dice:

    Yo soy de los que debate y se tira a la guerra en un caso de esos. Reconozco que mi carácter es fuerte. Creo que para hacer lo que tu papá hizo hay que tener MUCHO dominio de sí mismo y valor, porque también la cajera lo pudo haber mandado para ya vos sabés dónde.

    En fin, sin duda una gran lección B!

  2. julio cesar salinas zamora dice:

    hola padre como estado espero que bien tenia mucho deseos de saludarlo que dios lo bendiga

  3. Nora de Cárcamo dice:

    Mi querido padre Bryan, de su padre ha de haber heredado su espiritualidad. Qué bueno es Dios al haberle concedido un padre sabio y cálido, sigan esparciendo consejos y dulzura, pues se necesita tanto!!

  4. Hasta yo sonreí leyéndolo…

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