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jesus del consuelo 1Guatemala es un país con rica tradición religiosa. En ella se funde el caudal de la Iglesia Católica con la idiosincrasia chapina. Esta vez quiero referirme a un tema particular en la religiosidad popular guatemalteca: las procesiones. Y particularmente las procesiones de cuaresma y semana santa.

Desde tiempo de la Colonia, ha sido costumbre sacar por las calles de la ciudad distintas imágenes de Jesús, María y los santos, recreando los momentos de pasión, muerte y resurrección del Redentor. Hasta el día de hoy, muchos lugares literalmente se paralizan, durante estos cortejos. Las procesiones han sido medio para la reflexión, oración y penitencia. Me atrevo a decir que también han sido el «power point» para presentar en imágenes lo que vivió Jesucristo por nuestra salvación.

Hoy podemos apreciar magnas ceremonias, adornos espectaculares, ropajes espléndidos y andas bellamente talladas. En las imágenes notamos coronas de espinas, resplandores y atributos ricamente decorados en metales preciosos. Y en cada recorrido miles de miles acompañando. Hace varios años, cuando trabajaba en una hermandad recuerdo que eran entre doce y quince mil cargadores en un solo día. Impresionante, ¿verdad?cucuruchos-llevaron-Jesus-Caida-Antigua_PREIMA20110411_0024_5

Pero también me pregunto algo… de esos miles ¿quién realmente tendrá una vida auténticamente cristiana? ¿Cuántos de ellos asistirán fielmente a la Eucaristía los domingos? ¿Cuáles de ellos verán el rostro de Cristo en el pobre, el hambriento o el encarcelado? Es fácil imaginarse a Jesús a través de una bella imagen colonial, pero recuerdo que, según las mismas palabras del Evangelio, es en los hermanos más pequeños donde lo podemos encontrar (Mateo 25, 31-46, por si las moscas). Es duro amar a Dios a través del prójimo.

He visto a cientos de guatemaltecos, mis compatriotas, hacer filas durante la noche entera para poder comprar el derecho a cargar las procesiones. He sido testigo de la generosidad familiar para elaborar alfombras para el paso de la imagen de Jesús. Me asombro al ver las calles abarrotadas siguiendo cada cortejo y admiro la devoción de los que lo hacen no solo por tradición, sino por auténtica fe.

lobo-cuidando-ovejasPero me da miedo que todo esto se reduzca a un momento folclórico. Que la conexión con Jesús finalice al terminar el turno y que el entusiasmo católico se guarde con la túnica de cargador para el siguiente año. Peor aún, que se piense que la única forma de ver a Jesucristo es a través de la imagen, olvidando la Eucaristía y el encuentro con el prójimo. Un compañero sacerdote se cuestionaba durante la procesión de Corpus Christi «‘¿dónde están los cucuruchos? Han dejado solo a Jesús».

Muchos católicos sentirían auténtica indignación si alguien destrozara la imagen de Jesús de la Merced. Otros tal vez pensarían que la semana santa ha sido incompleta si no llevan en hombros a Jesús de Candelaria. ¿Viernes santo sin procesiones? Impensable. Pero realmente son pocos los que se indignan ante tanta muerte en las calles guatemaltecas. Poquísimos los que buscan el rostro del Redentor en los sufrientes. Contados los que dan su vida por cambiar todo esto, como lo hizo el mismo Jesús.Oración por los pobres

El problema no son las procesiones. El centro del asunto está en la conciencia de cada católico. Si la procesión te ayuda a ser mejor cristiano, excelente. Si compartir el peso del anda te recuerda el peso de la cruz del nazareno, genial. Vas por buen camino si al finalizar la semana santa ayudas a otros a resucitar: de la tristeza, del dolor, de la enfermedad, de la violencia, de tantas muertes que nos matan a diario.

Piensa. Reflexiona. Cuestiónate. Para eso es la cuaresma.
Pidámosle a Jesús que nos enseñe a vivir con Él este tiempo especial. Que al vivir su pasión y muerte, mantengamos la esperanza de compartir también su resurrección!